jueves, 29 de abril de 2010

terapia intensiva


Día 34.-
Así como en la historia de México hay inmensas realidades no historiadas o retorcidas por la visión oficial, en la historia cultural hay realidades invisibles para la tradición crítica recibida. Yo ignoraba por completo que, a principio de siglo, había surgido en México una vanguardia que soñó en construir una cultura católica moderna, que apoyó a Madero y que participó en la nueva cultura revolucionaria. Por lo mismo, no podía darme cuenta de que, al ahondar en la poesía de López Velarde, Pellicer y Ponce, estaba haciendo calas arqueológicas aisladas de toda cultura perdida.
López Velarde, Pellicer y Ponce son miembros de una tribu cuyo contexto se perdió: los poetas y artistas que creyeron que era posible ser católicos y modernos. Y eso era, finalmente, lo que estaba mal en la recepción de su obra: la ignorancia del contexto.
El sueño de crear una cultura católica moderna fracasó hasta el punto de que ni siquiera es historiado, de que la tradición crítica recibida no conserva siquiera una precausión que diga: hay cosas de la cultura mexicana que nunca entenderás, si ignoras que el catolicismo mexicano soñó con la modernidad.
Confío en que la propia crítica recupere ese contexto.
Gabriel Zaid.

sábado, 24 de abril de 2010

terapia intensiva

Día 33.-

Si el poeta dice sus propios versos, escenifica la tendencia a confundirlo con su primera persona, obra de él como otro de sus personajes. La cosa puede tomar el aire equívoco de una confesión íntima que es una confesión pública. El Autor, que sale de personaje en algunas obras de teatro, queda mejor actuado por un actor que por el propio escritor.

Este equívoco, si no es buscado y logrado como un recurso (común en la poesía moderna), frustra la obra. Lo cual se ve muy claro en ciertas situaciones teatrales, por ejemplo, cuando un actor famoso ya no hace el personaje de la obra sino el actor famoso que es él, siempre el mismo. O cuando una señora, en el teatro de aficionados, no está viendo el personaje que hace su hija, sino la afición l teatro que muestra el "fulanito" al abrazarla. En la poesía lírica, hay situaciones equivalentes: leer los versos de un conocido para sacarles todo lo que puedieran tener de confidencia, para conjeturar "a quién se los hizo" y hasta dónde llegaron en sus relaciones. Estos equívocos no sólo pueden frustrar la obra, pueden frustrar la vida de un poeta poseído por su primera persona hasta el punto de ser arrastrado al suicidio, si eso exige el drama de su personaje, cuando através del drama el personaje se apodera el autor.

Claro que puede suceder que el escritor sea todo un personaje, que el personaje sea su medio de expresión...entonces no hay equívoco posible.

viernes, 23 de abril de 2010

terapia intensiva


Día 32.-
No tenemos ilusiones: las ilusiones nos tienen (Kunkel). Somos animales fantásticos (Ortega y Gasset). O quizá mejor: heliotrópicos. No hay móvil humano que no apunte en la dirección de una unidad contemplable que nos mueve, nos atrape, nos inspira. No es algo que esté en el hombre, sino aquello sólo en lo que el hombre puede estar. No el hombre, esa unidad contemplativa es la medida de todas las cosas (Heidegger). El mundo es habitable en la medida en que, movidos por eso, quizá medio en sueños, hemos actuado para que esa luz resplandezca. Actuamos orientados, necesitados de esa unidad. Inventamos lo necesario para estar en claro. LA RAZÓN CREA LO QUE EL AMOR DEMANDA. (Dieste).

miércoles, 14 de abril de 2010

terapia intensiva


Día 31.-

Escribir no es más ni menos empresa, no es más ni menos actuación, no requiere más ni menos talento que hacer negocios. La diferencia económica está en la aceptación social. Si se acepta que la corbata es indispensable, producir corbatas puede ser negocio. Si la gente creyera que los sonetos son indispensables, como las corbatas, los sonetos también serían negocio.

martes, 13 de abril de 2010

terapia intensiva


Día 30.-
Cada lector es un mundo, cada lectura diferente. Nuevas aguas corren tras las aguas, dijo Heráclito; nadie embarca dos veces en el mismo río. Pero leer es otra forma de embarcarse: lo que pasa y corre es nuestra vida, sobre un texto inmóvil. El pasajero que desembarca es otro: ya no vuelve a leer con los mismos ojos.
La estadística, el psicoanálisis, la historia, la sociología, el estructuralismo, la glosa, la exégesis, la documentación, el estudio de fuentes, de variantes, de influencias, el humor, el marxismo, la teología, la lingüistica, la descripción, la traducción, todo puede servir para enriquecer la lectura. Un poema se deja leer de muchos modos (aunque no de cualquier modo: el texto condiciona las lecturas que admite). Y cada modo ayuda a ver esto o aquello que pone de relieve. Pero una vez que el método se convierte en receta (estadística, sociológica, psicoanalítica, semiótica,desconstructiva), restringe la lectura.
Leer de muchos modos (con los ojos que dan los métodos conocidos y los que se lleguen a inventar) puede ser otro método: el de leer por gusto.
Cuando se lee por gusto, la verdadera unidad "metológica" está en la vida del lector que pasa, que se anima, que actúa, que se vuelve más real, gracias a la lectura.
Lo que unos lectores nos digamos a otros puede ser útil, y hasta determinante. Pero lo mejor de la conversación, no es pasar tal juicio o tal receta: es compartir la animación del viaje.
Gabriel Zaid.

domingo, 11 de abril de 2010

terapia intensiva


Día 29.-

Un poeta serio tiene derecho a saber que su libro parece una equivocación. Una equivocación importante, porque su voluntad artística y sentido de orientación están puestos en juego, como corresponde a un poeta maduro. Si el libro no resulta, no es porque le falte voluntad, oficio ni talento, sino porque parece no saber qué hacer con todo eso.

viernes, 9 de abril de 2010

terapia intensiva


Día 28.-
No es por ganas de ponerse difíciles, que se omita más en poesía que en prosa. Es que la poesía admite y hasta invita a omisiones contextuales que le van menos bien a la prosa. La riqueza del poema es como la riqueza del dibujo: dibujar es omitir (Liebermann).
Cuando la prosa omite elementos contextuales, "poetiza". (Lo cual por supuesto, no se le va a prohibir a nadie. Estamos tratando de entender) La prosa puede renunciar a recursos que le son propios y que, por razones de longitud, son prácticamente imposibles en poesía. Lo interesante es que al hacerlo "parezca" poesía.
La pintura puede renunciar al retrato, volverse abstracta, competir con la música, porque el retrato es posible en pintura: no es algo a lo que pueda renunciar la música. La novela y el teatro pueden renunciar a la creación de caracteres. Un poema no puede hacerlo: no puede crear un carácter en cincuenta palabras. Los personajes de un poema son implícitos (se pintan por lo que dicen) o esquemáticos (son descritos en muy pocos trazos).
Hay poesía concreta,pero no prosa concreta. ¿En qué pudiera consistir? La poesía admite una gran intensidad de composición: letra por letra, fonema por fonema, sema por sema. Pero cincuenta mil palabras no pueden llamar tanto la atención sin destruir lo que las integra. La prosa admite "espacios" de expresión que no caben en cincuenta palabras. Estos espacios quedarían pulverizados al darles un tratamiento tipográfico tan intenso como el que admite un poema concreto.
Gabriel Zaid

miércoles, 7 de abril de 2010

terapia intensiva


Día 27.-
La poesía puede ser literalmente memorable. Un texto de prosa memorable no suele serlo en forma literal. Aunque haya quien se aprenda textos de inmensa longitud de memoria, la prosa memorable no suele quedarse de memoria, fuera de algunas frases. Más aún no lo necesita. Apela a otro tipo de memoración: las escenas, ambientes, ideas, caracteres; el despliegue de la argumentación, los contrapuntos, la orquestación, montaje, tono, sorpresas.
En todo lo que requiere cuidar palabra por la palabra, la prosa admite descuidos imperdonables en poesía.
Si uno va siguiendo las ideas de un buen prosista, la música prosódica y otros efectos literarios refuerzan la exposición, hasta por el hecho de no hacerse notar demasiado. La composición palabra por palabra queda, puede decirse, en la zona de reojo. El centro de atención no está ahí.
En cambio la atención funciona de otro modo en el poema: está centrada en la composición palabra por palabra, y deja en la zona de reojo lo contextual. Por eso un descuido se nota más y daña más en un poema. Lo insignificante en prosa no lo es en poesía: es leído como significante, aunque no lo sea; y estorba si de hecho no lo es.
Gabriel Zaid.